martes, 7 de junio de 2011

Unos vagos, unos quinquis y unos marranos

...no es el título de un chiste eh! Es como definía en sus tiempos mi abuelo a los hippies, o para entendernos, a los jipis.

Yo, que de aquellas era ( nótese la forma verbal en pasado) muy tolerante y abierta de mente no estaba de acuerdo con su definición. Me parecían personas con una idea alternativa de la vida, que aportaban ideas muy sanas a un mundo demasiado dominado por los estereotipos marcados por sabe dios qué poderes y que en general, no hacían daño a nadie.

Con el tiempo y la vida me fui dando cuenta de que el camino marcado para mi estaba mas cerca de las Rocas del baño que de las de los caminos, y que eso de las acampadas y la vida natural con olor a sobaco no era lo mío. Lo siento, siempre he tenido vocación de Barbie Hilton, es lo que hay. Me gusta oler a cremas y a perfume y parecer una muñequita en la caja mas que una decapitada...

Hoy me tocó hacer un largo recorrido en autobús. Ha sido una de las experiencias olorosas mas intensas que he vivido en mucho tiempo.Para empezar el autobus olia a queroseno todo él...argh...quise solucionarlo echándome perfume...craso error....todo me olía a perfume con queroseno. Cuando ya estaba medio mareada de la peste se me sienta detrás un tío con un aliento etílico mas propio de un pirata en sábado noche que de un chorizo embutido en una camiseta a rayas, que es lo que era....( chorizo a la sidra????). Sin embargo lo peor estaba por llegar.

Un par de paradas mas allá y estando casi en un estado semiinconsciente causado sin duda por los efluvios corporales y químicos de aquel bendito transporte urbano veo entrar a dos seres de leyenda: el australopithecus y el neanderthal...Ah no!!! que eran dos jipis, joer!!!

Así como en los míticos años sesenta, tuve que mirar dos veces para distinguir al macho de la hembra, que se dice pronto. Pasaron por el pasillo a mi lado, con el cargamento habitual de bultos y bolsas cochambrosas y seguidos de un indescriptible tufo a muerto que me dejó ya para el arrastre. Aprovechando una parada me cambié de sitio a un lugar donde pudiera darme mas el aire. Al cabo de nada se bajaron del bus. Les observé desde la ventanilla, intentando comprender qué tipo de filosofía puede llevar a eso. Si les mirabas a las pantorrillas no podías tampoco distinguirles porque los pelacos de ella poco o nada tenían que envidiar a las patillas del hombre lobo de mi gimnasio. Iban descalzos, las plantas de los pies negras y con relieve ( de tanta roña, digo yo). Y lo peor: iban al aeropuerto. Y a esos les van a permitir volar, sentados junto a algun pobre desgraciado que llegará inconsciente a su destino? No hay máquinas de esas que pitan cuando detectan la mugre???


Estoy segura de que cuando surgieron los primeros jipis lo hicieron como un movimiento en reaccion a unas condiciones de vida con las que no estaban de acuerdo, defendiendo unas ideas y luchando por crear un mundo donde una vida alternativa fuera posible, pero esto que yo he visto solo responde al afán de estar lleno de mierda y de no dar golpe ni para despiojarse mutuamente, lo dicho, vagos, quinquis y marranos. Tenías razón buelito.

Besitos.

1 comentario:

  1. has hecho bien pasandote al bando de los bien olorosos, el contribuir a un mundo mejor no esta reñido con la ducha

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