martes, 26 de julio de 2016

Abuelos



Hoy, en el día de los abuelos, vuelvo a escribir en mi casi abandonado – pero no olvidado – blog.

Yo ya no tengo abuelos, pobrecinos, están todos en el mas allá.

Les echo de menos y me acuerdo de todos ellos a menudo; ninguno de ellos me ha dejado indiferente. Sus cuatro personalidades, tan distintas entre sí, tienen cada una algo que aportarme, como ejemplo de lo que hay que hacer y de lo que no. Me han servido tanto en sus cualidades como en sus imperfecciones y todos, al final, me han dejado su moraleja.

El primero que se fue es mi abuelo paterno, Papi, cuando yo tenía sólo 19 años. Como nació el 29 de febrero de un año bisiesto, siguiendo su propia broma, murió siendo mas joven que yo. Era un hombre explosivo, ¡tanta energía tenía! Le recuerdo hablando alto, riendo fuerte, siempre activo, canturreando y enredando entre cachivaches todo el día. Era un tipo fuerte, lleno de luz. Yo era tan joven cuando él se fue que he tenido que conocerle después de muerto. Es una pena que se haya ido tan pronto, porque su inmensa energía nos hubiera venido muy bien a todos. También tenía una mala leche épica, que tal como venía se iba. Me dicen que he salido a él… Se lo llevó un cáncer, una enfermedad que tiene la poca delicadeza de consumir a sus víctimas antes de acabar con ellas.

Después nos dejó buelito, mi abuelo materno. Realmente es difícil explicar lo inusual de su personalidad, siendo la época que era. Un hombre que tuvo que sufrir en su niñez el horror y el desarraigo de una guerra civil que le dejó sin hermanos y sin escuela, que tuvo que crecer y criarse en un régimen dictatorial y que aun así, echaba rabia por la boca cada vez que oía a un hombre decir que las mujeres no éramos iguales a ellos. Aún recuerdo verle pellizcarse la piel del brazo y decir ¿Es que acaso no estamos hechos de la misma carne y la misma sangre? .… Supongo que el hecho de ser hijo de soltera y de haberse casado con una mujer que tampoco era usual para su tiempo influyeron mucho en sus ideas. Él se encargaba de la limpieza de los platos y la cocina, del jardín y de los recados. Alimentaba a nuestros muchos gatos, a los perros, a las palomas y a un puercoespín al que daba de comer en primer lugar, por ser “adoptado”. Si sonaba el timbre, él sabía que era quien debía levantarse y responder.  Ahora todo esto parece muy normal, pero para aquellos tiempos de machismo obsesivo no lo era en absoluto. Le recuerdo en bata, mirando a mi abuela dormir y sonriendo. Entregaba todo su sueldo a mi abuela, por entonces matriarca de la familia  - siempre hemos sido un matriarcado -  y ella le daba a él una paga todas las semanas con la que , cuando iba a los recados, le compraba a mi madre caramelos o chicles. Aunque no pudo estudiar, casi a diario se sentaba en el sofá, cogía la enciclopedia y leía sobre cosas que habían despertado su interés, sobre todo de geografía. Murió como siempre quiso, de repente. Cuando le recuerdo, siempre pienso en el segundo lugar que ocupó, gustosamente, al lado de mi abuela.

Tras él se fue mi abuela materna, buelita, y se llevó un pedazo de mi alma. Sería vano el esfuerzo de explicar aquí, en palabras, lo que esa mujer y su vida han significado para mi y la mía. Ella era mi guía, mi mentora, mi luz, mi madre, mi todo. Cuando se fue, se fue con ella un pedazo de todo lo que hay en mi corazón. Jamás he conocido una mujer como ella y dudo que vuelva a ver algo así en lo que me queda de Vida. Avanzadísima para su época, llevaba la sabiduría en los ojos y el milagro en las manos. Cuando te miraba, te veía por dentro. Sabía mas de lo que se puede saber y aún hoy me sorprende ver sus predicciones haciéndose realidad.  Es difícil explicar la magia, a veces hay que ver para creer y con ella veías a diario. Era el referente de toda la familia, guiaba, consolaba y gestionaba al unísono, siempre con una sonrisa y siempre como si nada. Sonámbula a rabiar, fiestera, folclórica, mágica…Me gustaría llegar a ser la sombra de lo que ella fue, aunque sea llegando el último día de mi Vida. Se fue un mal día, malo de verdad, y sentí llorar mi alma rota.

A veces sueño con ella y me despierto sintiéndome alegre y triste a la vez.

La última en irse, muy a su pesar, fue mi abuela paterna, Mami. A veces parece que la vida se ceba en los mas piadosos y así fue con ella. Era de la antigua escuela, de las de rosario diario y misa porque si. Rezaba, limpiaba, rezaba, limpiaba…  Mujer de su casa a la antigua usanza, rígida de ideas, antigua, devota y poco tolerante. Dejó de ver la televisión porque las mujeres le parecían todas unas guarras, casi nada! Ejemplo del arraigo del machismo mas recalcitrante y de la religión mas inmovilista. Había que terminarse el plato, así reventaras. La Vida se llevó a su marido, al que sobrevivió mas de 20 años, y a su hija. No puedo imaginar nada peor. Deseó la muerte cada día de su vida desde entonces y su adorado Dios nunca se la concedía. Conociéndola, seguro que tomó eso como una prueba o un castigo. Pasé su último verano con ella, y aunque todos decían que no se enteraba de nada, que ya no regía, yo pude comprobar sin lugar a dudas que no era así: Bromeó, se rio y por supuesto, supervisó mi ropa antes de salir de casa. Tuvo la inmensa generosidad de tenerme en cuenta en su testamento, y, cuando ya se hubo ido, me hizo un regalo maravilloso: me volví de Gijón con mi hija Kayla dentro de mi y estoy segura de que fue cosa suya.


Ahora ya no están aquí aunque a veces les noto cerca, mas a unos que a otros. Todos, a pesar de sus defectos, me regalaron una lección y un ejemplo.