jueves, 13 de septiembre de 2012

Tonto es el que hace tonterías

Yo soy rubia. Pero que nadie se equivoque: de tonta sólo tengo la parte de inocente que heredé de mi madre, que todavía se cree que todo el mundo es bueno.

Para bien o para mal, tengo inteligencia para rato, a veces demasiada, cuando no soy capaz de gestionarla bien. No me voy a poner ahora a hacer un listado de mis méritos intelectuales, pero así a grandes pinceladas, además de haber sacado unas notazas de impresión toda mi vida, hice y superé el examen de acceso a cierto club de cocientes intelectuales potentes sólo por saber si estaba a la altura de mi fama. Y la verdad, me quedé muy a gustito.

Sin embargo, ya véis, a lo largo de mi vida adulta he tenido que encontrarme con unos cuantos pobres australopitecus que sólo por el hecho de ser mujer, me han lanzado a la cara preguntas de lo mas peyorativo. La última ayer por la tarde, cuando entró en mi casa un ejemplar de indio americano evolucionado vestido de técnico de movistar ( si, lo he puesto en minúsculas ) para reparar o sustituir mi router, y lo primero que me preguntó fue: "Pero mire, usted sabe que el interruptor del router es ese botón negro que está por detrás verdad?" ....... Cuando me pasan estas cosas es cuando me vienen a la mente las pocas cosas positivas del Paleolítico inferior, como por ejemplo que te podías cargar a algún gilipollas sin tener que ir a la cárcel después.

Las ganas mías.

Por supuesto, después de esa puñalada le miré con cara de felino a punto de saltar y le expliqué, lo mas educadamente posible, que el ser que tenía delante no era tan imbécil como él, pero a juzgar por la retahíla de preguntas impertinentes que siguieron, creo que fui demasiado sutil, porque fijo que no se enteró. Pero eso sí, a la que trata de tonta es a mi, manda huevos.

No se si a vosotras os habrá ocurrido también, a mi la verdad es que han sido veces contadas y casi siempre en terrenos que han sido tradicionalmente terreno masculino, tipo talleres de reparación de motos,  mantenimiento y por supuesto, técniquillos del tres al cuarto de todo tipo.

A veces es tan descarado el tono paternal de "mira esta pobre imbécil" con el que me hablan, que me sale el lado cachondo y les suelto alguna burrada. Hubo una muy buena en el taller de motos, hace unos años, cuando el tipo me pregunta con cara de escándalo, cuando le traje una moto seca seca, sin una gota de aceite y con el motor quemado, que qué tipo de aceite usaba..... Los tres pasmados que estaban allí se quedaron mirándome absortos, expectantes....y toda seria les dije:  " Noooooo, yo le pongo muy buen aceite, oliva virgen extra!"     Había que verles las caras.....esas mandíbulas pegadas al suelo, esas bocas abiertas como entradas al metro....y yo llorando de la risa. Al final resulta que se había roto el piloto del aceite y por eso no me avisó. Pero antes de mirar eso tuvieron que hacerme "la preguntita". Fijo que a un tío no se la hacen.

No voy a ignorar el hecho de que parte de esta fama se debe a la poco triunfal actuación de algunas compañeras féminas, que van por la Vida sin aprender ni a cambiar una bombilla y que "necesitan" la ayuda de un hombre hasta para ponerse el rímmel, menuda vergüenza para su género, o sea, para el mío. Si algo me repatea es una mujer inútil; a estas alturas de la película no puede una ir por ahí de doncellita en la torre a punto de ser rescatada, que ya somos mayores! Será por venir de una familia matriarcal, pero en mi casa éramos - y somos - las mujeres las que cambiamos las bombillas, arreglamos las cisternas, montamos los muebles...y lo que haga falta, que para eso tenemos dos manos y un cerebro.

Es cierto que la inteligencia superior en una mujer no triunfa cuando los hombres que te rodean no están a la altura. Muchas veces, muchísimas, tienes que disimular, callándote razonamientos para los que no están preparados. O mas que para los razonamientos, no están preparados para que salgan de la boca de un humano sin rabo. En mi trabajo me hago la tonta con los tontos, no vayan a notar que lo son. Fuera del trabajo me hago la tonta con los salidos, porque si no me hago la tonta les reviento los dientes. Y en general, me hago la tonta con quien aún necesita avanzar unos cuantos pasos en el camino, porque no me entendería.

Pero de tonta nada, nada de nada.