lunes, 17 de noviembre de 2014

Embarazosa

Nunca me había dado cuenta de lo poco que me gusta ser el centro de atención. De hecho siempre he pensado lo contrario: me gusta hablar sin parar, contar anécdotas, hacer reír a quien me acompaña... vamos, nadie diría que quiero pasar desapercibida.

Sin embargo ahora me he dado cuenta de que en realidad no es así. O al menos hay matices. Siempre es agradable destacar en positivo, pero a nadie le gusta hacer el ridículo o llamar la atención por algo malo ni nada parecido.

Mi caso tampoco tiene que ver con esto. Estoy embarazada. Y eso es todo en realidad. Al menos para mi, ¡todo y nada!

Pero desde el momento en que lo comuniqué en la oficina he empezado a sentirme incómoda. De entrada, me paran por el pasillo para darme dos besos personas que no me han puesto la vista encima en diez años, incluso los personajes dañinos de turno, el plantel de falsos y falsas que me ponen a parir por la espalda, esos también. Curiosamente me interrogan sobre todo tipo de aspectos de mi vida y salud, creo que sólo les ha faltado preguntarme en qué postura me quedé embarazada... que de cuánto estás, que cómo te sientes, que si tienes mareos, nauseas, pedos, que qué piensa tu madre (???)....si, eso también. Tanto interés me abruma, hasta cuando es bienintencionado. Supongo que no estoy acostumbrada a tanta atención.

Hay una segunda parte, que es la de los consejos. Cuando los haya asimilado todos empezaré a caminar en alpargatas, dejar de usar pantalones, olvidarme del chorizo a la sidra e ir siempre acompañada por si me desmayo súbitamente, La moto supongo que la jubilaré, porque ahora que estoy embarazada es posible que se desintegre en pleno viaje, y nada de tacones que como estoy mas elástica probablemente me tuerza los tobillos, y ya puestos, las rodillas. Pronto me veréis hecha una bruja, con largos mechones canosos, porque también tengo que dejar de teñirme, y lo siento por el salmón, la dorada y la lubina, porque nunca mas los probaré.

Ahora me quedan los restos, igualmente incómodos, de tan tremendo acontecimiento. Algunas me echan miradas extrañas a la barriga, como si quisieran ver mas de lo que está a la vista. O me preguntan compulsivamente cómo me encuentro, como si fuera a estar mal por el simple hecho de estar embarazada. No lo hacen con mala intención y soy totalmente consciente de ello, pero esto no hace que me sienta menos incómoda o intimidada cuando me las encuentro, porque es demasiada atención, y de verdad que no estoy acostumbrada.

Pensaba que sería la emoción de los primeros días pero las semanas van pasando y la cosa continúa. Creo que lo que me pone nerviosa es verme tratada como una muñeca de porcelana que pudiera romperse con el mas pequeño roce. Tanto cuidado me hace sentir débil cuando no lo soy. Quizás me hace identificarme demasiado con el prototipo de mujer vigente el siglo pasado, vulnerable, caprichosa y dependiente. Embarazosa, mas que embarazada. Y yo no soy así.


viernes, 27 de junio de 2014

Un infierno cualquiera

De cuándo se inventó no tengo ni idea, pero da igual. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que no existía un infierno de fuego y tortura, como nos lo enseñaron. Por quitar han quitado hasta el purgatorio.

Me parecía difícil que pudiera existir algo peor que lo que ya hay en esta tierra. Cuando veo noticias sobre hambruna, guerras, maltrato machista, enfermedades y desesperación me doy cuenta de que si hay un infierno, está en este mundo y en ningún otro. Y además está el infierno de nuestras propias cabezas. El mal que nosotros mismos nos auto infringimos, los miedos, el dolor, la ira, la tristeza, la desesperanza. Uno puede vivir cualquier tipo de vida con ese mal. Da igual la condición, el estatus, el nivel económico o intelectual. Todo está en la cabeza.

Yo llevo un año de infierno. En mi caso el fuego se ha ido encendiendo a base de pequeñas chispas, de hogueras aquí y allá que han ido creciendo y uniéndose hasta convertirse en el fuego devorador que ahora ocupa mi mente. No sabría ni por donde empezar a contar… creo que la nota común es haberme sentido despreciada y tratada mal por personas cercanas unas, amadas otras, que todas juntas y por separado me han tratado con soberbia, indiferencia y desprecio a partes iguales, rompiendo en el proceso mis sueños mas íntimos, mis ilusiones mas vitales y mis burbujitas de colores. Me han hecho daño, todos y cada uno. Me han engañado, me han vejado, me han despreciado, me han burlado, me han ninguneado y finalmente, sin yo darme cuenta, me han anulado.

Cuando un desconocido te trata así de mal, eres mas fuerte para responder y rechazar ese comportamiento. Sin embargo, cuando alguien a quien amas te  desprecia sin motivo, intentas mostrar la cara buena y una sonrisa permanente suponiendo que “es que tiene un mal día”…o una mala semana…o un mal mes, jobar! Y sin percibirlo te empiezas a hacer de miel frente a las moscas, que sin embargo siguen picoteando y haciéndose fuertes. Así empecé yo, y cuando quise darme cuenta era ya una persona que no opinaba por no molestar. Que gran error.

La primera hostia vino junto a un engaño y una decepción. Fue tan gorda que me hizo ver que tanto esfuerzo no merecía la pena, y me prometí internamente recuperar mi vida y priorizar mis necesidades. Pero eso fue hace sólo dos meses. Con el engaño se fue también un sueño. Uno importante…. Y la ausencia del sueño la ocupó  la desilusión, la desesperanza, casi la indiferencia. Pasé semanas en que vivía, respiraba, comía, trabajaba y lloraba. La ilusión anterior era muy grande así que la caída fue consecuentemente similar.

Simultáneamente otras personas de mi entorno a las que apreciaba o quería se fueron uniendo a esta locura, dejándome estupefacta por tanto desprecio hacia mi. Personas con las que no había tenido ningún problema. Parecía – y aún parece – que el mundo confabuló para odiarme sin motivo. En apenas un mes se me han caído tantos velos que mi cabeza se ha visto afectada. No se lo que es dormir una noche entera y el estrés por lo vivido y por luchar con el dolor que me han causado y aún causan ha hecho que sea completamente incapaz de concentrarme. No puedo leer ni dos líneas de un libro, me olvido constantemente de lo que voy a hacer, he llegado a olvidar tres veces en una misma tarde que estaba cocinando un bizcocho en el horno. Un peligro. Además he perdido peso, tengo mala cara y una expresión tan triste en la mirada que tengo que hacer verdaderos esfuerzos por parecer alegre en las fotos.

Hoy, cansada, abatida, triste y demasiado agotada para enfadarme, hago balance de lo ocurrido y sólo pienso que quiero escapar de todo, que no entiendo nada y que quiero que me dejen en paz.

Por desgracia mi mente parece ir por libre ahora mismo y por mas que lo he intentado no he sido capaz de dejar de pensar y de sufrir por tanto desengaño. Además deseo enormemente huir de todo pero las circunstancias de mi vida parecen impedírmelo. Este es mi infierno.

Estoy luchando mucho. Tengo la suerte de ser muy tenaz y espero que todos mis pequeños esfuerzos den sus frutos. Sólo pido que sea pronto porque el impulso de mandarlo todo a la mierda y huir es muy grande y parece que las alimañas siguen hambrientas de mi carne.


Cada uno tiene su propio infierno, a veces dormido, a veces hirviente, como yo ahora. Pero está en este mundo, no en otro.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Arrugadita

Me acuerdo perfectamente de la primera vez que la vi. Era muy pequeña, arrugada y con cosas blancas pegadas a la cabeza. Lloraba creo.

Bueno, si empiezo por el principio, en realidad lo que recuerdo es la cara de miedo de mi madre al salir para el hospital, asustada, temiendo por su vida y por la del bebé que estaba por llegar.

Luego si, luego la recuerdo a ella.

No sentí nada cuando la vi, lo que me decepcionó. Nunca había tenido hermanos y pensé que se sentiría algo especial por ellos desde el primer minuto, pero en realidad no fue así.

Ahora se que el cariño se hace con el tiempo.

Los bebés son todos bonitos. Y si no, son graciosos....pero ella era bonita. Tenía la cabecita redonda y el ceño casi siempre fruncido, como si le molestase la luz. Los bebés son como juguetes de carne y hueso, con esos dedos tan largos, esos pies tan pequeños.

Diez días después de su nacimiento salí del colegio toda emocionada contándole a todo el mundo que tenía una hermanita. Parece que por fin me había dado cuenta.

Aún así creo que aún siento a medias, que todavía no tengo claro lo que es tener una hermana, no estar sola en el mundo. Al final sólo quedaremos nosotras dos, es mi compañera en este camino familiar y cuando la mire, y ya no haya nadie mas, se que en ella veré todo el pasado que hemos compartido, todos los rostros, todas las anécdotas...porque sólo ella las ha vivido conmigo. Seremos únicas.

Hoy hace treinta años de aquel domingo de invierno. Hace treinta años que celebrábamos con un centollo su llegada al mundo.

Una de mis estúpidas costumbres con la gente a la que quiero es imaginar que se mueren. A mi hermana la he matado tantas veces.... debe ser que la quiero mucho. A pesar de haber deseado estrangularla con mis propias manos en mas de una ocasión, se que no podría hacerlo, así que para qué desperdiciar neuronas.

En mi lento progreso hacia el amor incondicional de hermana, ese que esperaba sentir de golpe y porrazo, creo que ya estoy en niveles lo suficientemente aceptables como para poder decirle a mi hermana, a mi enanita, que me alegro de que esté aquí, conmigo, compartiendo esta vida.







La pura realidad

Nos equivocamos de realidad, me di cuenta el otro día.

Precisamente yo soy una gran defensora de las realidades paralelas, de los mundos alternativos, por la cuenta que me trae...llevo toda mi vida saltando de uno a otro.

Sin embargo hace unos días que se va fraguando en mi esta idea y os la he querido transmitir, porque me parece importante.

Siempre es motivo de discusión con mi novio Ariel el tema del mundo en que vivimos. Nuestras ideas son casi opuestas. Él defiende una casi obsesiva afición por la información que sin embargo yo rechazo de plano. Él cree que hay que estar informados de todo lo posible para evitar que las circunstancias te pillen desprevenido y poder así, hipotéticamente, tomar las medidas necesarias para evitar lo que sea, fomentar lo que sea, aprovecharse de la situación que sea...... Yo veo la historia del otro lado, y pienso que debemos alejarnos lo mas que podamos de todo lo que nos perturba para así asegurarnos una vida según nuestras preferencias. Prefiero rodear la tormenta que meterme a luchar en ella, por así decirlo.

Entonces él me dice que vivo en los mundos de Yupi y bla bla bla. Y yo a él le digo que está obsesionado con el Telediario.....y bla bla bla también.

Pero hace unos días me he dado cuenta de un detalle que, lo siento, me da la razón a mi :-). Me he dado cuenta de que mi mundo, mi realidad, no tiene nada, pero que nada que ver, con lo que dicen en los Telediarios.

La pura verdad es que en mi mundo no hay ninguna revolución en Ucrania, ni revueltas en Siria, ni sube ni baja la prima de riesgo, ni existen Putin ni Obama ni mucho menos Maduro.  En mi mundo real, el mundo en el que vivo de verdad, la noticia es que mi hermana cumple años o que mi madre se va de vacaciones. Y siento decíroslo pero si creíais lo contrario, lo cierto es que vuestro mundo tiene mucho mas que ver con lo que os rodea que con lo que sale en la tele y "escogen" contaros quienes sean, medios de comunicación, gobierno....qué mas da.

De no existir la tele, ni la radio, ni hubiera manera de que os llegaran noticias del exterior...sed sinceros y decidme qué pensaríais de vuestras vidas, de este mundo, de vuestra realidad....Yo tengo claro que la crispación que me producen las represalias en Venezuela no existiría, como tampoco la preocupación por el medio ambiente ni el miedo a morirme de cáncer algún día. Tampoco pensaría en la crisis y está claro que no sentiría rabia alguna por el caso Noos ni por Bárcenas ni por nadie, porque simplemente no estarían en mi mundo.

¡¡¡¡¡Pero es que en realidad no están!!!!! Nos los ponen ahí a través de una imagen en una pantalla. Son las realidades de otros, las historias de otros, que dejamos entrar en nuestras vidas. ¿Y para qué?
Lo único que conseguimos así es sentir que nos pasan cosas que en realidad no nos están pasando. Mi crónica de hoy habla de motos, de conductores imprudentes, de mal olor en la oficina, de sueño, de una cenita rica y de estas palabras que ahora os escribo. Y esa, esa, es mi realidad.

Pensad en cuál es la vuestra.

Buenas noches.