jueves, 10 de octubre de 2013

Viajar con el sol

Si, las ganas mías.

Hace unos días tuve una mala experiencia. Como consecuencia volví a tener mis familiares "ganas de huir". Es una especie de escape mental que ni siquiera recuerdo cómo ni cuándo empezó. De buenas a primeras mi mente empieza a evocar imágenes de huida; me veo corriendo, o montada a caballo galopando a gran velocidad ( no, no me vengáis con Freud por favor, era un viejecito obsesionado con el sexo), o sueño que entro en el mar....y siempre estoy dejando algo atrás.

Antes no lo sabía, pero ahora sí sé que es mala señal. Es señal de que no estoy a gusto con mis circunstancias, porque cuando lo estoy, simplemente no quiero huir.

Como no me soportaba a mi misma me fui a dar un paseo hasta la playa. Estaba ya oscureciendo pero necesitaba estar a solas con el mar. Es una costumbre que tengo desde cría, cuando me iba a dar paseos por la Lloca y me perdía por los acantilados, lejos de la gente, a escuchar las olas.

Busqué una esquina solitaria, me acerqué lo mas que pude a la orilla y me senté malamente sobre unas rocas mojadas, lo suficientemente lejos como para que el agua no me alcanzara, lo suficientemente cerca como para sentirme parte de ella.

El sol estaba a punto de esconder su última curva. Me quedé mirando fijamente para poder ver el famoso rayo verde que descubrí leyendo a Julio Verne. Lo vi, como siempre, y satisfecha dejé mi mente divagar.

Allí estaba el sol, amaneciendo hacia nuevas tierras, nuevas gentes, nuevos aires. Me sentía tan agobiada que hubiera dado lo que tenía por poder viajar montada en él, ver el mundo desde la distancia, huyendo de donde estaba y llegando a otros lugares en los que no tendría que entrar. La perspectiva solar, qué envidiable.

Hay mil cosas que hubiera querido hacer, pero la maquinaria está muy bien montada para llenarme la vida de obligaciones y robarme el tiempo de siquiera imaginar que puedo hacerlas. De tener dinero viajaría sin parar, quizás persiguiendo al sol, por qué no! De tener tiempo pensaría mas, meditaría mas, soñaría muchísimo mas! Es la mejor fábrica de realidades. Y de no existir ni el dinero ni el tiempo viviría feliz en mi propia contemplación.

Pero a mis pies estaban las rocas mojadas, oliendo a mar. Y a mis espaldas la vereda y la realidad, al menos esa a la que no me apetecía volver. Yo quería ser pájaro.

Me levanté convencida de que tengo que buscar el modo de vivir mi vida sin tantos "tener ques". Odio tener que. Y la gente que me rodea parece estar empeñada en hacerme encajar en sus "tener ques" a costa de mi vida, mi salud, mi libertad y mis sueños.

Y yo eso no lo quiero. Yo quiero ser sol...o viajar con él.