De cuándo se inventó
no tengo ni idea, pero da igual. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que
no existía un infierno de fuego y tortura, como nos lo enseñaron. Por quitar han
quitado hasta el purgatorio.
Me parecía difícil
que pudiera existir algo peor que lo que ya hay en esta tierra. Cuando veo
noticias sobre hambruna, guerras, maltrato machista, enfermedades y
desesperación me doy cuenta de que si hay un infierno, está en este mundo y en
ningún otro. Y además está el infierno de nuestras propias cabezas. El mal que
nosotros mismos nos auto infringimos, los miedos, el dolor, la ira, la tristeza,
la desesperanza. Uno puede vivir cualquier tipo de vida con ese mal. Da igual la
condición, el estatus, el nivel económico o intelectual. Todo está en la
cabeza.
Yo llevo un año de
infierno. En mi caso el fuego se ha ido encendiendo a base de pequeñas chispas,
de hogueras aquí y allá que han ido creciendo y uniéndose hasta convertirse en
el fuego devorador que ahora ocupa mi mente. No sabría ni por donde empezar a
contar… creo que la nota común es haberme sentido despreciada y tratada mal por
personas cercanas unas, amadas otras, que todas juntas y por separado me han
tratado con soberbia, indiferencia y desprecio a partes iguales, rompiendo en el
proceso mis sueños mas íntimos, mis ilusiones mas vitales y mis burbujitas de
colores. Me han hecho daño, todos y cada uno. Me han engañado, me han vejado, me
han despreciado, me han burlado, me han ninguneado y finalmente, sin yo darme
cuenta, me han anulado.
Cuando un desconocido
te trata así de mal, eres mas fuerte para responder y rechazar ese
comportamiento. Sin embargo, cuando alguien a quien amas te desprecia sin
motivo, intentas mostrar la cara buena y una sonrisa permanente suponiendo que
“es que tiene un mal día”…o una mala semana…o un mal mes, jobar! Y sin
percibirlo te empiezas a hacer de miel frente a las moscas, que sin embargo
siguen picoteando y haciéndose fuertes. Así empecé yo, y cuando quise darme
cuenta era ya una persona que no opinaba por no molestar. Que gran
error.
La primera hostia
vino junto a un engaño y una decepción. Fue tan gorda que me hizo ver que tanto
esfuerzo no merecía la pena, y me prometí internamente recuperar mi vida y
priorizar mis necesidades. Pero eso fue hace sólo dos meses. Con el engaño se
fue también un sueño. Uno importante…. Y la ausencia del sueño la ocupó la
desilusión, la desesperanza, casi la indiferencia. Pasé semanas en que vivía,
respiraba, comía, trabajaba y lloraba. La ilusión anterior era muy grande así
que la caída fue consecuentemente similar.
Simultáneamente otras
personas de mi entorno a las que apreciaba o quería se fueron uniendo a esta
locura, dejándome estupefacta por tanto desprecio hacia mi. Personas con las que
no había tenido ningún problema. Parecía – y aún parece – que el mundo confabuló
para odiarme sin motivo. En apenas un mes se me han caído tantos velos que mi
cabeza se ha visto afectada. No se lo que es dormir una noche entera y el estrés
por lo vivido y por luchar con el dolor que me han causado y aún causan ha hecho
que sea completamente incapaz de concentrarme. No puedo leer ni dos líneas de un
libro, me olvido constantemente de lo que voy a hacer, he llegado a olvidar tres
veces en una misma tarde que estaba cocinando un bizcocho en el horno. Un
peligro. Además he perdido peso, tengo mala cara y una expresión tan triste en
la mirada que tengo que hacer verdaderos esfuerzos por parecer alegre en las
fotos.
Hoy, cansada,
abatida, triste y demasiado agotada para enfadarme, hago balance de lo ocurrido
y sólo pienso que quiero escapar de todo, que no entiendo nada y que quiero que me dejen en
paz.
Por desgracia mi
mente parece ir por libre ahora mismo y por mas que lo he intentado no he sido
capaz de dejar de pensar y de sufrir por tanto desengaño. Además deseo
enormemente huir de todo pero las circunstancias de mi vida parecen impedírmelo.
Este es mi infierno.
Estoy luchando mucho.
Tengo la suerte de ser muy tenaz y espero que todos mis pequeños esfuerzos den
sus frutos. Sólo pido que sea pronto porque el impulso de mandarlo todo a la
mierda y huir es muy grande y parece que las alimañas siguen hambrientas de mi
carne.
Cada uno tiene su
propio infierno, a veces dormido, a veces hirviente, como yo ahora. Pero está en
este mundo, no en otro.
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