martes, 17 de abril de 2012

A merced de las olas

Es que es lo mas fácil, dejarse llevar.

Renunciar a toda voluntad, a toda resistencia y pensamiento. Poner la mente en piloto automático, respondiendo según las enseñanzas de nuestros viejos maestros, el rencor, la ira, la tristeza, la ironía...Renunciar a la culpa...porque una de las ventajas (?) de dejarse llevar es que siempre puede uno culpar a otros de lo que le pasa; Yo no hice nada, fue por su culpa, fue la crisis, fue el banco, fue la lluvia....fue el Rey!!!

Es mucho mejor así, al fin y al cabo uno no puede controlarlo todo, verdad? Uno no puede decidir qué tiempo hará, o si aquel coche va a saltarse el ceda, o si ella me va a mirar mal, o si él no va a besarme. ¿Cómo va uno a saber lo que le deparará el día? !Qué va! Eso sólo puede hacerlo Anne Germain...pero yo me llamo Zutanito.

Bueno, no sé....no soy especialmente masoquista y desde luego que soy una gran defensora de la ley del mínimo esfuerzo así que puede resultar realmente extraño que a pesar de la "facilidad" que promete todo esto me incline mas por la acción.

Veréis, es que me he pasado la mayor parte de la Vida que llevo vivida, dejando mis sentimientos en manos de las circunstancias y las personas que me rodean. Cuando algo salía mal, cuando alguien me trataba con frialdad, cuando me abandonaban o infravaloraban....yo me entristecía. Si presenciaba o incluso sufría alguna injusticia, o cuando alguien me atacaba, yo me cabreaba. Al final de la historia, resulta que yo no era dueña de mis sentimientos y emociones, porque constantemente me dejaba llevar por los dictados de las acciones de quienes me rodeaban. Sólo era la pelota de tenis que rebota entre las raquetas.

Pero yo no soy una pelota. Yo soy un ser pensante. Y un día la pelota dejó de rebotar.

Aunque claro, ese no es un trabajo fácil. No me levanté un día y fui dueña de mis pensamientos. Mi mente llevaba demasiado tiempo funcionando con total autonomía y llevó algunos meses y varios intentos conseguir que mi cerebro me obedeciese. Y es que lo mas sencillo es dejarse llevar en lugar de intentar domar a ese caballo salvaje mal acostumbrado que todos  tenemos en la cabeza. La tentación es grande y está al alcance de la mano.

Pero soy obstinada. No quería ser la marioneta del destino. Aprendí a pensar, a seleccionar, a sentir voluntariamente. Aprendí a decidir. Y ahora, cuando me viene un sentimiento negativo, mi mente recién reseteada me avisa de que tengo que reaccionar .... y así lo hago. Busco en mi memoria cualquier recuerdo agradable, uso el lenguaje de un modo casi obsceno para darle la vuelta a las circunstancias que me provocan desagrado...y al final siempre triunfo. Cada vez la lucha es menor porque quedan menos batallas por ganar.

Con todo lo que está ocurriendo, os veo a todos prácticamente a diario expresando en voz alta o por escrito la reacción que os produce el día a día con sus malas noticias, sus decepciones, sus vacíos. A veces siento impotencia porque creo que podríais decidir estar mejor, sólo si supiérais que eso es posible. Pero incluso ahora sé que esa impotencia no es eleccion mía y por tanto la borro de mi mente, junto con la preocupación que me causa veros así.

Podéis seguir dejándoos llevar, pero no culpéis a las olas del destino al que os lleven.

Yo os voy a querer igual.

:-)

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