domingo, 1 de julio de 2012

El temor paraliza montañas

A veces estoy inspirada.

¡Si, de verdad! De algún modo una gran verdad llega a mi mente, como regalada por el otro mundo para facilitarme el camino por la Vida.

Por desgracia, como suele ocurrir cuando el alumno no está preparado para la enseñanza, en muchas ocasiones no he podido entender esas ideas y no las he puesto en práctica, haciéndome perder un tiempo precioso que de haber estado mas predispuesta habría aprovechado mejor. Pero bueno, no me voy a quejar porque por suerte, aunque tarde, acabo aprendiendo la lección.

Hace tiempo, en un punto algo caótico de mi eterna adolescencia mental, me di cuenta de que tenía muchos miedos en mi interior. Cuando tuve la capacidad para identificarlos,entendí que eran demasiados.

Todos habéis oido eso de que el miedo paraliza. Pues es verdad. El miedo te paraliza pero no sólo en el plano físico, también en el mental y en el emocional. ¿ Cuántas veces no hemos dejado de hacer algo por miedo a las consecuencias? Y lo peor es que muchas veces esas tan temidas consecuencias no están mas que en nuestra imaginación. Esto quiere decir que nos detenemos por nada, que regalamos nuestros impulsos al vacío, que dejamos que nuestra propia mente nos anule.

Eran tantas las cosas que me daban miedo que no sabía de dónde iba a sacar el tiempo y la sabiduría para luchar con ellas y superarlas. Habían tardado décadas en fraguarse y me temo que no tengo paciencia para esperar otras tantas a que se disuelvan.

Le di vueltas a la cabeza durante semanas, meses incluso. ¿ Cómo hacer? Escribí listados, ideas, opciones, cualquier cosa que me ayudara a alejarme de lo que me producía miedo. Ahora se que caminaba por la senda equivocada, pero eso os lo cuento mas tarde.

El caso es que, pensando pensando, llegué a un razonamiento que tal vez os sirva. Para mi lo peor del miedo no es el miedo en si sino sus consecuencias. Esa parálisis, esa sensación de que si movemos un centímetro de nuestros cuerpos algo definitivo ocurrirá. Y por otro lado, salvo las mentes perturbadas, no se me ocurre que alguien que se dedique a, por ejemplo, saltar en paracaídas, escalar montañas imposibles, hacer puentig, etc etc no sieta miedo. No son valientes; No. Todos sienten esa punzada en su interior justo antes de su aventura. La diferencia entre ellos y el resto es que han aprendido a ignorarla. Y entonces me llegó la frase inspirada:

Al miedo no hace falta vencerlo, basta con ignorarlo.

Y es que es un buen apaño. Claro está que nos gustaría mucho mas eliminarlo por completo, pero en realidad, el hecho de ignorarlo y seguir adelante muchas veces sirve de medicina para curarlo porque casi siempre, lo peor que nos puede pasar es mucho menos de lo que imaginábamos.

Como casi todas estas frases sencillas, su puesta en práctica requiere de mucha memoria, voluntad y esfuerzo. Por eso a veces aún fallo y durante un rato me quedo catatónica, incapaz de reaccionar ante lo que mis propios pensamientos me dicen de tal o cual situación. Cada semana lucho un poquito, cada día me convenzo mas de que "todo va a salir bien"  y así, poco a poco, voy superando esos miedos...o al menos haciendo como si no los sintiera, que para el caso....

Lo bueno es que gracias a esto, alguna que otra montaña ha empezado a moverse en mi vida, así que si os sirve.....

:-)



3 comentarios:

  1. Si sirve. No hay otro remedio que hacernos los valientes aunque estemos cagados de miedo. Sigue nadando... sigue nadando...

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  2. El miedo es horrible, siempre se esta en un estado de ir o no ir polarizado.

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