Hace dos noches se me quedó la
palabra “influencer” colgada en la mente como si fuera un disco rayado. Bueno,
no voy a mentir, se me quedó asociada a una imagen –cualquiera cogida al azar-
de un tal Aless Gibaja al que definían como tal. No sabría describir la
sensación que me produjo pensar que alguien así puede “influir” en cualquier
modo posible a un colectivo de personas. Tampoco puedo expresar con palabras lo
que yo llego a pensar de un colectivo que se deja influenciar por semejante
espécimen. Ojo que no tengo intención de faltarle ni a él ni a nadie, pero a
mis ojos, este y otros elementos televisivos que se autodefinen como
influencers y youtubers están mas para que les estudien en un laboratorio que
para andar por ahí alardeando de sus tristes méritos.
Cada vez estoy mas convencida de
que la tecnología nos está idiotizando. “Estupidizando” me atrevería a decir si
la palabra existiera. Y la televisión y
sus guerras de audiencia están haciendo un daño difícil de valorar a un buen
montón de gente, sobre todo joven, que engulle todo tipo de basura audiovisual
sin tener la capacidad de discernir entre lo que es válido y lo que es
ridículo.
Ya ya, ya se que son cosas que
dependen de la opinión de cada uno, que lo que a mi me parece ridículo a lo
mejor para otros es pura filosofía y bla bla bla…. ¡Na qué va! ¡¡Es ridículo
hombre!! Vamos a ver, ¿De verdad alguien va a decirme que el tal Aless o
cualquiera que se le parezca representa un ejemplo válido de algo que queramos
que nuestros hijos imiten? ¡Será cachondeo, no?! (Claro que si, guapi!)
¡O mejor aún esos Youtubers del
demonio, que buscan la fama humillando y ridiculizando a quienes tienen la mala
fortuna de cruzarse en su camino en un día inspirado! Esto como poco da
vergüenza y como mucho, ganas de ahostiarlos ( no, tampoco existe la palabrita,
pero que sepáis que sale a 30 euros la leche ).
A pesar de mi resistencia a tales
sentimientos, la verdad es que cuando les veo en la televisión se me tuerce la
boca del puro repelús que me dan ellos, sus actos, sus chorradas y el hecho de
que haya quien les siga. Y luego como madre, una hace equilibrismos entre el
alejar a su hija lo más posible de toda esta marea negra - para que pueda tener
un cerebro- o el permitirle un discreto acercamiento para no convertirla en una
analfabeta tecnológica del siglo XXI ( como su madre). Y en eso estamos,
librando una lucha contra todo lo que nos rodea para intentar evitar que en un
par de generaciones estemos otra vez encendiendo el fuego a pedradas.
Y por supuesto luego están los
bloggers ( si, ya se que estoy escribiendo en un blog, uno con diez seguidores
señores….). Tremenda nueva profesión de chiste consistente en hablar de pijadas
prescindibles vestida de Armani ( previo pago, claro) y colgar “selfies” -con
morritos- en el “photocall” de no sé dónde haciendo no sé qué. Y todos
enloquecidos…. Y yo aquí escribiendo en pijama, ¡qué desubicada!
Yo es que no se: o la gente tiene
mucho tiempo para seguir a todos estos individuos o es que no hacen otra cosa
en su tiempo libre. A mi la verdad es que no me dan ni las horas ni las
neuronas para estar soportando a todos estos Pepitos Grillo de la decadencia
con sus bobadas estériles y sus consejos de pacotilla. Respeto muchísimo a
quién se toma la molestia de colgar en internet un video sobre cosas útiles y
necesarias, pero a todo este tropel de chupópteros de la ignorancia no quiero
ni verles delante.
Es innegable que son tiempos
duros para la inteligencia, para el desarrollo y el intelecto. Todos estos
personajes y ocupaciones son, para mi, consecuencia de unas deficiencias
educativas monumentales de quienes les siguen “allá donde vayan”. Incluso podría escribir “hallá donde ballan”
y yo creo que muchos no notarían nada raro. En ese mundo estamos viviendo, por
desgracia.
A quienes somos conscientes de
esto sólo nos queda una cosa: Evitar que nuestros hijos entren en ese mismo
círculo. Menos tele, mas libros, mas museos, mas actividades al aire libre, mas
viajar. Dejar de alimentar al dragón quitándole adeptos y seguidores, a ver si
se consume del aburrimiento. Todo parece indicar lo contrario, que esto irá a
mas, pero soy positiva y pienso que, si realmente lo intentamos, podremos
revertir la tendencia y devolverle al mundo la sensatez perdida.
Por cierto lo que son las cosas,
que encuentres definición para youtuber, influencer y blogger, y sin embargo
ahostiar y estupidizar no existan. Así nos va, my darling….